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Idea, producción y dirección artística: Alexandra Nicod
Foto: David Sagasta para missnicod.com
Zoe Berriatúa_director de cine_Madrid_1978
Zoe Berriatúa es energía, talento, fuerza de voluntad, ingenio, cultura, chispa, locura y mucho, mucho corazón.
Empezó como actor en películas como “África” y diferentes series de televisión. Pero siempre tuvo claro que se sentía un intruso en la interpretación, porque a lo que realmente aspiraba era a ser director y contar sus propias historias. Escribió y rodó unos cortos muy llamativos; uno de ellos, “Quédate conmigo”, dejó sin aliento al mismísimo Álex de la Iglesia. Y llevaba diez años luchando para sacar adelante su primer largometraje como guionista y director: “Los héroes del mal” se estrenó el 11 de septiembre en Madrid.
Se trata de una película difícil y de entrada poco comercial: no hay final feliz, ni comedia, ni actores estrella. En un principio ningún productor apostó por ella. Pero a Carolina Bang, Kiko Martínez y Álex de la Iglesia les bastó con ver un plano para tener claro que se querían meter de lleno en el proyecto. Pusieron dinero de sus bolsillos y sacaron la película adelante.
Zoe y yo nos conocimos hace años en un momento mágico de nuestras respectivas vidas. En una de esas fases en las que el amor ocupa la mayor parte de uno y parece no tener fin… Actuamos en un corto loco dirigido por unos amigos durante el festival de cine de Medina del Campo y conectamos… desde el corazón, que es lo único que vale.
Muchas gracias, Zoe, por dedicarnos tu tiempo…
Acabas de estrenar tu primer largometraje, una película honesta, sin concesiones y sobre todo la peli que llevas diez años queriendo hacer… ¿Cómo te sientes?
Debo confesarte que me he quitado un enorme peso de encima; mi complejo de fracasado, de “maldito”, un trauma de infancia. Pasé toda mi niñez y juventud viendo como mi padre trataba de levantar infructuosamente película tras película y me juré a mí mismo que yo lo conseguiría y además con dinero suficiente. Al final, tras varias tentativas frustradas con varios guiones, tuve que empezar a rodar sin presupuesto… y paradójicamente, el dinero y los socios vinieron después, como Álex, que apareció en el proyecto una vez iniciado el proceso.
Ahora tengo una singularidad en España; una película personal, con mezcla de géneros y cambios de tono, dura, sincera y sin complejos. Siento una inmensa satisfacción. Si hubiera muerto en el rodaje, habría merecido la pena.
“Los héroes del mal” podría parecer una peli sobre adolescentes para adolescentes… Pero en ella realmente se habla de cosas fundamentales como del bien y del mal, de lo incorrecto de lo políticamente correcto, de si la violencia es justificable, del amor incondicional…
Es un momento vital en el cual todo se pone en duda. En ese momento se pierden las certezas sobre el sentido de la vida y la propia identidad. No hay suelo, tan sólo la incertidumbre y la fragilidad ante el dolor del rechazo amoroso, social y ante el nihilismo que se apodera de quienes no logran encontrar su identidad ni su espacio en la sociedad.
Los rechazados por la sociedad, los que no encajan, los que fracasan ante el mundo… ellos son Los Héroes del Mal, empachados de ira y rencor por no lograr ser correspondidos en su enorme amor al nuevo mundo de sensaciones que se les descubre; el amor, el sexo, las drogas, la moral, la libertad, la amistad… Todo se reinventa, todo está por construir, y a la vez se ha de convivir con las ruinas del antiguo ser que eras y ya no puedes recuperar aunque lo intentes.
Si bien ellos son violentos, si bien eligen el camino de la venganza y el refugio del rencor, todos hemos pasado por ese lugar donde el miedo y el asco nos ha dominado. Todos hemos sido, en algún momento de la adolescencia, Los Héroes del Mal.
He tratado de escribir esta historia sin el menor atisbo de autocomplacencia, un mal arraigado en las raíces financieras del cine español. Esta película es imposible. No se podía hacer a priori con financiación, y una vez hecha, nadie se enteraría de que existe… pero Álex de la Iglesia la apoyó.
Lo primero que impresiona de la película y que como espectador te hace pensar, “¡qué maravilla, por fin algo distinto, empezamos bien…!”, es esa coreografía inicial cuando los chicos llegan a su nueva clase. ¿Cómo se te ocurrió?
No hay un momento en la vida de una persona con más lirismo que la adolescencia, todo se vive a flor de piel y las emociones se precipitan a su última consecuencia, hasta la muerte si es preciso. Para mí, la música de ballet de Khachaturian y otros compositores, era la única (acaso Wagner, que no está en la película por recortes en el guión) capaz de expresar este proceso vital.
La primera pieza de la película es la “Guía de orquesta para jóvenes” de Britten, al igual que la película es una “Guía de la vida para jóvenes”. Muy pocos han pillado este detalle metalingüístico. Hay unos cuantos en la película, empezando por su título, una paradoja moral que resume el conflicto de la película.
De hecho la música es el cuarto protagonista, y toda la estructura rítmica y emocional de la película se sustenta en ella…
Exacto, no sólo la estructura rítmica y emocional, sino el posicionamiento moral. La música de la primera mitad de la película, particularmente lúdica, nos está indicando que ejercer el mal es bueno. Sí, lo malo es bueno, robar y dar palizas es fenomenal en cuanto a que los personajes empiezan a respirar libertad contra sus maltratadores. El espectador tiene la coartada para sentirse feliz siendo un malhechor. Sin embargo, a mitad de la película la música empieza a oscurecerse junto a las consecuencias morales de sus actos, entramos en música barroca y una densidad moral mayor en la película. A partir de ese momento hay que utilizar el mal contra el mal. Ahora vamos en serio, hay que hacer justicia real y despiadada: condenar a muerte a un criminal.
Pero hay un segundo giro, justo al final de la película, donde descubrimos que lo que pensábamos que era el mal, una vez más no es más que una ilusión, que los malos son los que pensábamos que eran los buenos, que el mal revierte siempre contra su ejecutor, impregnando todo lo que toca como una enfermedad irreversible.
Esta es una película que cuestiona la moral del espectador, le desasosiega, le incomoda. A mí personalmente me encanta que me hagan eso, pero hay gente que piensa que la película es inmoral o nihilista, simplemente porque hace tambalear sus “sólidos” principios morales. La película habla claramente de las consecuencias nefastas del uso del mal y es por tanto muy moral, en el sentido más convencional de la palabra.
Encontraste en los tres protagonistas que sostienen el peso de toda la película unos actores adolescentes con una intensidad y un potencial increíbles…
Ellos son increíbles, son mucho mejores actores que lo que yo fui a su edad ni seré jamás. Tuve la suerte de poder elegir actores sin importar que tuvieran nombre, y fue esa libertad la que me permitió encontrar a los mejores actores. Tuve la ayuda de, entre otros, Laura Cepeda y Javier Manrique, quiénes me acompañaron en todo el proceso de casting.
Jorge Clemente es un actor increíble, muy técnico; te pregunta cosas como “¿en qué frase quieres la lágrima?”, tiene una técnica impresionante.
Beatriz Medina es puro empirismo y naturalidad. Yo me dedicaba a golpearla con el guión cuando “no me la creía”, y volvía a estar espléndida. Es pura intuición, pero también tiene técnica y sabe emplearla.
Emilio Palacios es un fuera de serie, lo malo de trabajar con él es que al llegar a montaje tienes que escoger una toma buena… ¿Cómo lo haces? Todas son tan buenas…
Traté de adaptarme a la técnica de cada uno. Para eso me ha servido mi carrera de actor.
Muchas veces los adultos soñamos por momentos con poder volver a sentir con la misma intensidad de cuando éramos adolescentes, me refiero ante todo a las emociones puras y positivas como el amor…
Ufff…. Yo preferiría no hacerlo. De hecho estoy más cercano a estos chicos que a un adulto. Siento odio como un niño y amor como un adolescente. Seguramente por eso hago estas películas. Lo peor de mí está en cada uno de los personajes.
Cuando nuestros hijos se descarrilan los padres nos sentimos por lo general tremendamente responsables y culpables hasta cierto punto también a ojos de la sociedad. Parece un gran acierto no intentar simplificar o querer justificar el porqué de cierto comportamiento omitiendo la aparición de los padres. La película va mucho más allá…
Gracias. En realidad, como muchas cosas en la película, las explicaciones están dadas pero no son evidentes. Lo que convierte a un joven nihilista en un criminal no es necesariamente su educación, su falta de amor, ni la falta de límites de sus padres… eso son factores influyentes, pero no del todo determinantes. Los tres personajes están expuestos a la misma situación pero sólo uno de ellos se desequilibra. ¿Por qué? ¿Ya estaba loco? No, simplemente porque lo elige, conscientemente. Cree que hace el bien. Por eso no podemos luchar contra ello.
Preguntarnos como podemos luchar contra la violencia adolescente es como preguntarnos cómo podemos luchar contra el mal. No es posible. Podemos orientar a nuestros adolescentes con películas como ésta, que es precisamente lo que los centros nunca les pondría.
En primer lugar: ¿Qué es el mal? Juan Margallo decía que la conciencia es “nuestra proyección sobre la opinión de la humanidad sobre nuestros actos”. A partir de ahí, nuestra fantasía sobre el bien y el mal depende en gran parte de nuestra opinión sobre nuestro entorno.
Si despreciamos nuestro entorno, estamos dispuestos a cometer cualquier cosa contra él.
La sociedad está llena de gente que la odia. Cuanto más ególatra, desequilibrada, desigual, superficial y clasista sea nuestra sociedad, más HÉROES DEL MAL la habitarán. Yo soy uno de ellos. Lo fui y lo sigo siendo.
Respecto a la desaparición de los padres en la película, fue un acierto de Álex. Los rodé. Había varias secuencias con padres, pero no llegaron al montaje final, ya que expresábamos mucho mejor el aislamiento de un adolescente sin la presencia de sus padres. Álex supo verlo a tiempo.
Escribiste el guión hace diez años y por fin logras rodar la peli. Lógicamente el Zoe de hace diez años no es el mismo que hoy… ¿Cambió tu visión sobre la historia, el ritmo o los personajes en estos años?
Hace diez años la película era mucho más rara, arriesgada y tenía más mezclas de tono y géneros, incluso hasta monstruos en las pesadillas de Aritz. Estos diez años le han sentado muy bien al guión. Está más entero, es más lógico y más sólido.
Empezaste a rodar sin nada en plan kamikaze y cuando Álex de la Iglesia vio un plano decidió meterse en el proyecto… ¿Parece un cuento de hadas?
Aún leo mi nombre junto a el de Álex y me resulta una extraña broma pesada de la que me vayan a despertar. Yo le admiro desde hace mucho. Le considero una persona inteligente. No sé muy bien qué hace produciendo esta película que es un suicidio comercial y un riesgo para él en todos los sentidos.
Álex de la Iglesia fue para ti el productor que a él mismo siempre le hubiera gustado tener…
Me ha respetado en todo. En rodaje me dio total libertad, en el reparto también. Venía a montaje un día tras otro, veía la película incansablemente y me proponía muchas cosas, pero siempre me dejó libertad para pensar en ello y yo tenía la última palabra. La música clásica es muy cara, también es una marcianada, y la hemos asumido con dinero de nuestros bolsillos; Álex, Carolina Bang, Kiko Martinez y yo. La verdad es que he tenido unos productores imposibles. No tengo noticia de que haya precedentes de productores como éstos en la actualidad española. He tenido mucha suerte.
Con la aparición de Álex de la Iglesia, Carolina Bang y Kiko Martínez tu panorama cambió; fue realmente un golpe de suerte. ¿Qué crees que tendría que cambiar a nivel legal y fiscal en España para que hacer cine fuera más fácil?
Ufff… voy a tratar de ser breve.
El cine español necesita urgentemente que cambie la ley para que el inversor privado entre en la producción de forma habitual. Mientras no haya incentivos fiscales estamos condenados a hacer televisión, pues toda nuestra financiación surge, parcial o totalmente, de televisiones y sus demandas son claras: ten final feliz, actores de moda, música de moda, un tono amable y no hagas cosas raritas, eh? Por cierto… que sea para todos los públicos, queremos películas familiares.
Cuando como inversor tenemos el ICAA y televisiones, obtenemos unos engendros de lo más inverosímiles: Cine de denuncia social para el ICAA, pero descafeinado para que las televisiones estén satisfechas.
Es como manifestarte ante los políticos pero sin dejar de hacerles la pelota.
Bodrios inenarrables han cruzado victoriosos la ceremonia de los Goya generando el asco o la piedad del espectador hacia el engendro social del cine español: esa cosa lánguida, costumbrista, comprometida, pero complaciente e inofensiva que nos da arcadas nada más olerla, obligándonos a refugiarnos en el cine de género como el terror y la comedia para salir de estas abominaciones.
Álex de la Iglesia es un experto lidiando contra esta “censura” encubierta que es en el fondo una forma de “soborno”. Él hace comedias personales y mezcla géneros…. Y lo hace en España. Es un honor encomiable que confíe en mi. Es inteligente, sensible, creativo, culto y va a lo suyo sin joder a nadie. Eso es importante.
¿Qué proyectos tienes ahora?
“En las estrellas” es mi siguiente proyecto. Estamos aun financiándolo, también junto a Álex. Una historia sobre un borracho que secuestra a su propio hijo de los servicios sociales que no le consideran un padre apto. Trato de hacer cine como forma de atacar al mundo y oponerme a él.
También hay muchos elementos fantásticos, es una mezcla entre “El chico” de Chaplin y “Big Fish” de Tim Burton.
¿Qué historias te gusta contar?
Me fascina la fantasía, pero no puedo distanciarme de la realidad que me agrede y necesito agredirla yo también a ella. Estoy tratando de conciliar estos dos mundos.
En los cortos tengo algunos ensayos.
¿De qué fuentes bebes?
Mis ídolos son Fellini, Terry Gilliam, Cronenberg, Jon Bong Hoo, Kurosawa, Chuck Jones, Miyazaki, Orson Welles, Richard Lester, Billy Wilder, Frizt Lang… hmmm… es complicado.
¿Cómo te ves en diez años?
Puedo decirte que el sueño de mi vida es levantar una película sobre la epopeya de Gilgamesh, pero creo que tardaré 20 años en levantarla si lo logro…
Entrevista: Alexandra Nicod
Agradecimiento: Círculo de Bellas Artes, Madrid