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Idea, producción y dirección artística: Alexandra Nicod
Foto: David Sagasta
Sigfrid Monleón_guionista y director de cine_Valencia_1964
Una noche de invierno del 2011 en el Microteatro por Dinero en Madrid. Mi amiga Simona Ferrar me presenta a Isabelle Stoffel… Tres mujeres, tres actrices, tres suizas… Un encuentro singular y memorable. Isabelle interpreta “La rendición”… me enamora esa mujer bella y auténtica.
Y ahí está él, Sigfrid, el director de la obra interpretada por Isabelle. Un hombre humilde, culto, lúdico y muy luminoso, nominado al Goya en varias ocasiones; en 2002 por el guión de La isla del holandés, en 2005 por el documental Hay motivo, en 2008 por el documental El último truco y en 2009 por la película El cónsul de Sodoma.
Tiempo más tarde coincidimos en la Champañería María Pandora adónde hemos vuelto hoy para vivir un momento lleno de complicidad y belleza. Gracias por tanta sabiduría, Sigfrid…
¿De dónde vienes?
De Valencia, una ciudad soleada junto al mar, de una casa llena de libros y de unas calles que aún estaban llenas de cines y carteleras cuando crecí.
¿Cómo te defines?
Un insurrecto.
La vida está llena de claroscuros… ¿Dónde te hallas?
En el umbral.
En la infancia está todo. ¿Qué encuentras en ella que defina lo que eres hoy?
La curiosidad siempre.
Trabajaste como periodista cinematográfico antes de dirigir tu primera película ¿Cómo se hizo esa transición? ¿En qué te ayudó, o no, el sentido crítico del periodista?
Era hacer cine por otros medios. Y el sentido es crítico o no lo es.
El eje alrededor del que giran tus películas suelen ser hombres complejos y poliédricos, como Jaime Gil de Biedma o Negrín… ¿Qué te interesa en sus destinos?
Me interesa su individualidad como sujeto histórico, su representatividad sobrevenida, ese peso del mundo que les toca llevar encima.
Como Juan Negrín, que al final de su vida aspiraba a esconderse detrás del ciudadano, tú te escondes detrás de la cámara o del actor…
En eso he sido un director a la vieja usanza, pero ahora estoy haciendo un ensayo documental que algo me cuenta en primera persona. Pero sin egotismo.
Diriges documentales, películas de ficción y desde hace unos años también teatro. ¿Qué te interesa en cada una de estas disciplinas?
Toda ficción lleva dentro su propio documental, y viceversa. El teatro es esta misma circulación de sentido, pero desde la performatividad. Para mí se trata de una misma búsqueda expresiva.
¿De qué fuentes bebes?
De lo vivido, que es también los libros que uno ha leído, el teatro y las películas que ha visto.
La poesía es fundamental para darle sentido a nuestra existencia… ¿Qué le debes a la poesía?
Aprendí a leer leyendo poesía, fue mi primera lectura sistemática. Somos lenguaje, y la poesía es dejar que el lenguaje se comunique a sí mismo, sin que quede inexpresado en lo que es dicho. Somos poesía.
¿Y a la música? Otro elemento fundamental en tus obras…
Es la cima artística de la abstracción y la ambivalencia. Sein und Zeit.
¿Qué buscas en el proceso creativo?
Ya no demostrar, descubrir. Dejarme sorprender.
¿Cuánto hay de amor en lo que haces?
El amor lo impregna todo.
La componente sexual tanto en tu película “El cónsul de Sodoma “ como en la obra teatral “La rendición” dirigida por ti es fundamental… ¿Crees en el poder transcendental del sexo?
Desde luego, si Dios existe es una cuestión genital.
Tus obras denotan una gran autenticidad y libertad tanto en la elección de la historia, como de los actores… ¿Cómo lo logras?
De verdad no creo haber logrado nada. Sigo buscando. El trabajo de los actores y actrices, eso sí que lo valoro mucho. Son una guía para mí.
Fernando Pessoa decía “La literatura, como el arte en general, es la demostración de que la vida no basta”…
La vida y el arte se solapan. Vivir ya es un arte, y el arte es vida.
¿En qué proyectos trabajas actualmente?
En un ensayo documental que parte de la experiencia de los poetas del grupo Cántico, allá por la Córdoba de los años 40 del siglo pasado…
¿Cómo te ves en diez años?
Más viejo. Haremos por conservar la salud.
Entrevista: Alexandra Nicod
Agradecimientos: Champañería María Pandora, Madrid