Idea, producción y dirección artística: Alexandra Nicod
Foto: Katharina Giesler para missnicod.com
Toni Martínez_actor_Barcelona_1959
Conozco a Toni desde hace muchos años y no recuerdo haberle visto desanimado o malhumorado. Es una de esas personas que te contagian con su positivismo: activo, energético, lúdico y, sobre todo, un gran apasionado de su profesión.
Fue uno de mis maestros en el campo de la interpretación, después de licenciarme en la Real Escuela Superior de Arte Dramático. Me abrió los ojos al disfrute y al juego: actuar desde el placer, más que desde el dolor. No sólo resultó ser una lección a nivel profesional, sino también a nivel personal.
Las veces que fuimos juntos a ver una obra de teatro, me impresionaron sus afinadas críticas. Sabe ver y escuchar como pocos.
En su trabajo como actor le suelen encasillar en papeles de hombres de poder con traje y corbata: el alcalde corrupto de La que se avecina, el director de un informativo en Motivos Personales o de un periódico en Sin identidad, el político en Herederos, 700 euros o El príncipe… A mí me parece un tanto lastimoso ese recurrente encasillamiento, ya que se trata de un actor capaz de interpretar cualquier personaje imaginable, con verdad y empaque.
Compagina la interpretación en cine, televisión y teatro con la escritura y dirección de obras propias, además de su faceta como coach de actores. Nunca se queda sin proyectos ni ilusiones y aunque sea una persona que necesite lo onírico y sorpresivo en su vida, tiene los pies bien enraizados en la tierra.
Para realizar esta entrevista, Toni ha elegido la cafetería del Hotel de las Letras de Madrid, en cuya entrada hay unos cómodos sofás y sillones y donde se respira una tranquilidad amenizada por el tránsito imparable de gente por la Gran Vía. Nos encontramos después de meses sin vernos.
¿Qué significa esta cafetería para ti?
No es que signifique algo “especial”. Me la descubrió un amigo actor, Ginés García Millán, con el que coincidimos en la serie Motivos Personales. Me citó aquí un día que habíamos quedado y me pareció un sitio ideal para charlar tranquila y agradablemente. Desde entonces me he citado con distintas personas en esta cafetería por motivos de diferente índole. Incluso te diré que aquí ha surgido el embrión de algún proyecto teatral que después se ha hecho realidad. Así que para mí se ha convertido en un sitio predilecto, en el que me siento a gusto y que, además de transmitirme energía positiva, me resulta inspirador y también fructuoso, incluso en el amor. No se puede pedir mucho más a un bar o una cafetería ¿no te parece?
Yo tengo muy claro cómo te veo: positivo, activo, energético… ¿Coincide mi visión con la que tienes de ti mismo?
Pues la verdad es que sí, y me alegra mucho que me veas de ese modo. Creo que me lees muy bien, aunque también es verdad que me conoces bastante, sin ánimo de rebajar méritos a tu intuición… Yo añadiría algunos adjetivos más, algunos confesables y otros no… pero los que has utilizado para retratarme así a bote pronto me parecen muy bien… ¡los compro!
¿Cómo haces para tener esta fortaleza y alegría vital?
Bueno, como dice un refrán popular: “No es oro todo lo que reluce”, pero sí es verdad que una máxima se ha convertido en regla en mi conciencia desde hace bastantes años: “Los trapos sucios se lavan en casa”. Es decir, que mis problemas, neuras, conflictos internos y demás cosas que puedan ser molestas para mis allegados y la gente con la que tengo o establezco algún tipo de relación, intento solucionarlos yo mismo y con mi “doble”, que podríamos denominar mi yo interior, que se manifiesta de otro modo que el yo exterior que traslucimos, consciente o inconscientemente. Aunque bien es verdad que intento ser y mostrarme con autenticidad, está claro que no puedes gustar y complacer a todo el mundo, ni creo que eso deba ser un objetivo vital. Por cierto, si no conoces la teoría del “doble”, con quien puedes mantener diálogos y formularme peticiones, te animo a que te informes un poco sobre ella. Por internet puedes encontrar información. Es muy interesante y a mí me ha servido en muchas ocasiones. También la meditación, que practico desde hace muchos años, me sirve y mucho para mantenerme mínimamente equilibrado y mantener a raya a los diablos que todos tenemos dentro.
¿Y tus infiernos? ¿Cuáles son?
En mi vida he transitado por varios. Los más dolorosos fueron un par de depresiones importantes que tuve en mi juventud, creo que por inmadurez emocional y cierto trastorno de hipersensibilidad. La primera relacionada con mi deseo de ser bailarín y sentirme absolutamente incomprendido por mis padres, que no entendían que quisiera dejar un trabajo administrativo de excesiva responsabilidad para un chaval de 17 años, que prometía un futuro estable. Imagínate lo que suponía hace 40 años que un chico quisiera ser bailarín… Era absolutamente insólito, subestimado y diría que hasta denostado por la sociedad de la época, sobre todo por ignorancia. El arte de la danza era una cosa de niñas bien y maricones. La segunda depresión la padecía por tener un sentido artístico idealizado y súper crítico que me impedía estar haciendo un trabajo artístico que no me convencía con la compañía de danza en la que estaba bailando. Soy una persona muy emocional e intensa, pero al mismo tiempo bastante reservado en cuanto a mis emociones, entonces las cosas que me afectan lo hacen profundamente, y como las solía vivir internamente, muchas veces sin exteriorizarlas, pues me han generado luchas endemoniadas por dentro, y nunca mejor dicho, que me han provocado desequilibrios emocionales que normalmente me han provocado problemas somáticos, como nervios en el estómago, que provocan un malestar bloqueante. Menos mal que gracias primordialmente a la meditación, la lectura de libros de autoayuda, y un espíritu auto-analítico y de aprendizaje, esos problemas han ido mitigando. Intento vivir apacible y serenamente, aspirando a la felicidad, sin demasiadas necesidades, y con el objetivo de disfrutar de las cosas gozosas que nos ofrece la vida, las grandes y las pequeñas, viviendo el presente, día a día. Carpe diem es una de mis máximas.
Ahora el demonio que aparece de vez en cuando es el de la intolerancia con la agresividad gratuita, el mal rollo, la falta de consideración y de conciencia social, la energía negativa que proyectan algunas personas, la soberbia que se manifiesta desde la ignorancia, y la estulticia. Estas cosas me ponen de muy mala hostia, por lo que cuando me tropiezo con personas que proyectan estos procederes, que no soporto, me alejo de ellas y san se acabó, con el propósito de no entrar en conflicto. Pero a veces no es tan fácil y tienes que hacer de tripas corazón para lidiar con ello y con ellas.
Empezaste tu carrera como bailarín, ¿cómo fue el cambio a la interpretación?
Pues fue paulatino y conscientemente decidido. Cuando tenía 27 años estaba bailando en la compañía de danza contemporánea Lanònima Imperial, de Barcelona (la primera que se formó en España de sólo hombres). Alguien me informó que hacían unas pruebas para un musical que producía el Centre Dramàtic de la Generalitat de Catalunya: El tango de Don Joan, que dirigió Jeromê Savary. Me presenté y me cogieron. Lo pude combinar con la compañía de danza, con la que no teníamos muchas actuaciones, la danza siempre ha estado en crisis. Ahí conocí a la flor y nata de la interpretación de Barcelona. Además de bailar, me dieron algunas frases de distintos papeles pequeños y ahí descubrí que la interpretación también tenía su qué y que podría ser interesante irse formando para cuando tuviera que dejar de bailar. Los bailarines, como los deportistas o los atletas tienen un tiempo limitado de trabajo, en cambio los actores pueden seguir interpretando todo la vida mientras estén mínimamente sanos. Tenía claro que al tener que dejar la danza quería seguir saliendo a un escenario. Así que después de aquella experiencia decidí empezar a estudiar interpretación. Como bastante gente me había dicho que tenía muy buena voz, o bonita según quien, y además tenía un amigo actor que era muy buen doblador, al que le pedí que me informara, decidí estudiar doblaje durante un año. Las clases más importantes eran las de interpretación, naturalmente, además de la sincronía y demás… Después de ese curso empecé poco a poco a trabajar como doblador, ocupación que combiné con los estudios de interpretación en la escuela Formación del Actor Nancy Tuñón. Mientras, seguí bailando durante un tiempo, principalmente en musicales. Hasta que a los 36 años debuté ya como actor de texto con la obra La llamada de Lauren, de Paloma Pedrero, junto con la actriz Isabel Arbonés. Después me fui introduciendo en el mundo del audio-visual, participando en alguna que otra serie de TV3 y tv-movies, hasta que hace unos 7 años y medio me decidí a probar suerte en Madrid, donde no me ha ido mal. He participado en un buen puñado de series, varias películas y cortos, tv-movies y alguna que otra obra de teatro, pocas. Me hubiera gustado participar en más, pero no es fácil introducirse en el mundo del teatro en el que apenas se dan ocasiones para poder mostrarte. Se hacen muy pocas pruebas y la mayoría de los repartos, los directores los hacen con actores que ya conocen, recomendados por éstos o estrellas televisivas que parece ser son garantía de que vaya más gente a ver las obras. Así es la cosa, y no hay visos de que esta dinámica vaya a cambiar. Es un tanto triste que sea así, pero hay que asumir la realidad. Pero esto también tiene su parte positiva: que si quieres hacer teatro y apenas tienes oportunidades, seas tú el impulsor de proyectos o decidas abordar el terreno de la dramaturgia y te pongas a escribir, preparándote, claro, y a generar tus proyectos, que es lo que vengo haciendo desde hace un tiempo. He podido escribir y dirigir dos obras de teatro, una de ellas musical, y un par de obras de micro-teatro. Y lo pienso seguir haciendo. La creatividad también es muy enriquecedora y satisfactoria, y es un campo artístico de posibilidades infinitas.
¿Qué papeles dejaron huella en ti?
Pues la verdad es que no lo había pensado antes, pero tengo un muy grato recuerdo de La llamada de Lauren. Era mi primera obra como co-protagonista en teatro y un papel que era un reto pues me iba un tanto a contra-imagen, es decir, yo tengo un aspecto y una voz bastante varoniles y el personaje es un hombre ya maduro, casado con una mujer, que durante la obra, en tiempo real, muestra su homosexualidad, reprimida durante años, un día de carnaval en el que se disfraza de mujer y le propone a su mujer que “la” seduzca vestida ella de hombre. Se estrenó en el Versus Teatre, de Barcelona, que es un teatro con gradas a dos bandas. Es inevitable ver al público cuando no miras a tu antagonista, y era una sensación muy reconfortarte e inspiradora ver a veces a hombres, y también alguna que otra mujer, llorando entre el público. Algunos de estos hombres (gais) después se quedaban para saludarnos y felicitarnos diciéndonos de qué manera se habían sentido identificados con mi personaje. Gustó mucho y prorrogamos. Fue una gozada.
¿Y qué directores o directoras?
También te voy a ser muy sincero con esto. Ha habido profesores que me han marcado y de los que he aprendido cosas que me han sido muy útiles a lo largo de mi carrera, pero no así directores, o al menos no en la misma medida. Si bien, siempre aprendes cosas de cualquiera, aunque sea lo que crees no se debe hacer. Yo cuando dirijo intento hacerlo del modo que me hubiera gustado que lo hicieran conmigo. Pero esto de los directores tiene una explicación: en muchos casos, cuando se trabaja profesionalmente, hay un tiempo determinado para realizar el montaje y se va muy directamente a intentar conseguir el resultado pensado. Entonces, suele haber poco tiempo para la investigación, la búsqueda y la experimentación, que son las maneras en las que a mí me gusta trabajar y que me hubiera complacido poder hacer en los montajes teatrales en los que he participado. En el ámbito del audiovisual ya ni lo menciono porque eso es impensable. Con el actor se trabaja mucho menos tiempo, muy poco. Uno tiene que ir con los deberes muy bien hechos con el objetivo de que te tengan que dirigir lo menos posible. Ahí un actor resolutivo es un actor contratable.
Además de trabajar como actor, escribes y diriges. ¿Qué te interesa de cada una de estas disciplinas?
Antes te he comentado algo al respecto. Tal vez, si me llovieran constante o regularmente propuestas para trabajar como actor, que no es el caso, seguramente no me hubiera decidido a escribir, dirigir o dar clases. Eso, lo de únicamente actuar y vivir exclusivamente de ello, sólo les ocurre a unos pocos actores y actrices que por diferentes motivos, entre los cuales creo que influye de una manera más o menos relevante el factor suerte, se han instalado en el star system nacional y algunos van empalmando un proyecto detrás de otro. Pero ese porcentaje, atendiendo a estudios estadísticos que se han hecho desde AISGE y otras entidades, no llega al 10 por cien de los actores españoles. Tú misma estás entre el otro 90 ¿verdad?, incluso yo que voy trabajando con cierta regularidad tengo que complementar mis ingresos con otras actividades además de actuar. La suerte que tengo es que las otras cosas que hago están relacionadas con la interpretación. Así que me puedo dar con un canto en los dientes y doy gracias al universo por ello.
El arte dice lo indecible y hace visible lo invisible… ¿Te sientes identificado con estas palabras?
Pues no estoy muy seguro de firmar ese aforismo. En nuestros tiempos no creo que haya cosas que no se puedan decir. Quiero pensar que estamos en un estado de derecho en el que cualquiera pueda decir lo que quiera y sienta. Claro que hay gente que pueda sentirse insultada personalmente o en sus creencias por lo que otra persona diga o exprese, pero eso ocurre con radicalismos que creo alejados de un nivel alto de conciencia y una visión universal acerca del respeto y la libertad de expresión que debería imperar a nivel global.
En cuanto a la segunda parte del aforismo, en muchos casos sí creo que el arte puede ofrecer puntos de vista y mostrar aspectos, pensamientos poéticos, filosóficos, sociales y humanos… que tal vez no se aprecien a simple vista… leyendo una obra, mirando un cuadro, escuchando una música, viendo una coreografía… Y es muy útil y enriquecedor que el arte, entre otras cosas, cumpla con esa función, para hacernos reflexionar, crecer, tomar conciencia y sobretodo estimular nuestros sentidos. Entonces… con esa segunda parte sí que me sentiría identificado.
¿Hoy en día el teatro sigue siendo “sagrado”?
Sí, pero con reservas, no todo el teatro que se hace hoy en día tiene ese carácter, ni se pretende que lo tenga. Yo coincido totalmente con Peter Brook, en cuanto al teatro que más me gusta y me interesa. Pero también se hace un teatro de divertimento cuyo objetivo es el puro entretenimiento, hacer reír o impresionar al público con grandes despliegues de medios y espectacularidad, como es el caso de los musicales. También me parece muy bien que se realicen este tipo de montajes, y me lo puedo pasar estupendamente viendo una bien construida comedia de enredos y un gran musical, y hay momentos en los que te apetece ver una obra o un espectáculo para evadirte y pasártelo bien un rato sin hacer ningún esfuerzo de reflexión ni pensamiento profundo. Pero puestos a escoger, suelo optar por obras que podríamos decir tienen algo de “sagradas” porque son las que más me alimentan el espíritu.
¿Qué hay de terapéutico en la interpretación y en el arte en general?
Hay mucho de terapéutico en el arte en general y en la interpretación en particular. Ayer mismo una amiga me pidió si la podía asesorar porque a una conocida suya su psicólogo le había recomendado asistir a clases de teatro para vencer su retraimiento e introversión. El teatro ayuda a comunicarte con la gente, a ser auténtico, a expresar sentimientos, a exorcizar tus demonios, a superar vergüenzas, timideces y miedos, sobre todo al del juicio, tanto propio como extraño… Vamos que pienso y estoy convencido de que hacer teatro es muy saludable y útil para el ser humano. Por algo es una actividad prácticamente prehistórica. Los homo sapiens y los neandertales ya hacían ritos sagrados, que son el origen del teatro, que los griegos convirtieron después en tragedias y que se ha ido desarrollando hasta la actualidad. Yo, si por un casual impensable llegara a ser ministro de educación, pondría el teatro como asignatura obligatoria. Estoy convencido de que la humanidad alcanzaría en general un mayor nivel de conciencia y viviríamos en mayor armonía.
¿A qué artistas admiras?
A muchos, la lista sería inacabable y creo que sería injusto nombrar sólo a unos pocos. Es que además de la interpretación me interesan todas las artes o manifestaciones artísticas, de cualquier índole. Soy una persona con muchas inquietudes, con un abanico extenso de sensibilidades que sigue ampliándose a medida que descubro cosas nuevas, que desconocía o que me sorprenden por insólitas o ignoradas. Me parece que estar abierto a cualquier manifestación artística o intelectual es una fuente inagotable para nuestro enriquecimiento personal y espiritual. Y en ese sentido me siento afortunado de poder disfrutar de muchas cosas de ámbitos muy distintos. Pienso que ésta es una actitud en la vida que uno puede potenciar y trabajar con decisión. Yo me digo: cualquier cosa de la que pueda disfrutar cualquier persona, también la quiero disfrutar yo. Y si soy ignorante acerca de algo que me atraiga o creo pueda ser interesante, procuro informarme y ahondar mínimamente para poder gozar como observo lo hacen otros, o al menos aproximarme. Y hay tantas cosas de las que gozar en esta vida… ¿por qué quedarse sólo con algunas? Algo que valoro mucho para lograr lo que explico es tener tiempo. Cada vez lo aprecio más e intento concedérmelo, cuando no regalármelo, a conciencia.
¿En qué proyectos trabajas actualmente?
Pues en unos días voy a intervenir en la nueva serie de televisión “Apaches”; también voy a colaborar con un par de cortos en los que me han propuesto dos papeles que me apetece mucho interpretar. Y el mes que viene me voy a Barcelona, a mi casa después de 13 años de no vivir en ella, donde me voy a centrar en escribir un par de proyectos teatrales que tengo en mente desde hace tiempo y que por fin me voy a dedicar el tiempo para al menos engendrarlos. Además me han propuesto participar en una película musical en Barcelona para interpretar uno de los papeles y tal vez encargarme de la dirección de actores, aunque esto último todavía no está cerrado. Tengo que reunirme con los productores en unos días y hablar largo y tendido del proyecto. Pero si se da finalmente esto último, estaré encantado de dirigir en el medio audio-visual, que es algo que no he experimentado con esa responsabilidad, aunque sí he dirigido muchas escenas en mis sesiones como coach. Pero dirigir una peli es un reto y una responsabilidad muy grande. Voy a proyectar mi energía al universo para que se dé, pero si no, será porque algo mejor me va a ocurrir. Así que sin nervios ni excitaciones innecesarias… lo que tenga que ocurrir ocurrirá y será muy bien venido como se dé.
¿Cómo te ves en diez años?
Si no sé lo que voy a hacer dentro de 3 meses cómo quieres que te responda a eso. Chi lo sa? Pero puestos a jugar, me veo algo más viejo, claro, pero con el mismo entusiasmo que ahora, y si cabe con más ilusión por hacer cosas que me plazcan y me hagan gozar con intensidad de la vida, sin renunciar a la creatividad, naturalmente. Están poniendo actualmente un anuncio con Antonio Banderas en el que dice que un genio (Picasso) dijo que “cuando se es joven, se es para toda la vida”. Lo suscribo total y convencidamente.
Entrevista: Alexandra Nicod
Agradecimientos: Hotel de las Letras, Madrid