Wire, neon and José Luis Rayos Project Interview

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Rayos

Idea, producción y dirección artística: Alexandra Nicod

Foto: David Sagasta para missnicod.com

José Luis Rayos_escultor_Madrid_1973

“Dibujar es sacar una línea de paseo.”

Paul Klee

Aunque a él le asuste, José Luis Rayos me parece un hombre de otra época. Sabio, reflexivo, pausado y aparentemente tranquilo… En un mundo frenético donde todo va cada vez más deprisa y queda poco espacio para detenerse a mirar las cosas con calma y perspectiva, José Luis se sale del tiempo; y yo con él. Es un gusto escucharle, intuir sus inquietudes, apreciar su talento. Construye no solo con las manos, sino también con esa mirada profunda…

Muchas gracias a él y a Iván Solbes que tuvo la gran amabilidad de ponernos en contacto.

Tengo muy claro que el ser humano es profundamente bueno y generoso.

¡Feliz día… feliz noche!

¿De dónde vienes?

Vengo de hacer edificios para que sean sentidos y vividos por personas y ahora para hacer esculturas que cuentan qué están sintiendo esas personas. Se podría decir así: hago figuras humanas y sobre todo represento las manos como extensión de nosotros mismos; con ellas nos comunicamos, hacemos cosas, fabricamos, tocamos… Siempre me ha gustado trabajar con las manos.

¿Creciste en un entorno artístico o todo lo contrario?

Crecí con lápiz, colores, cartulinas, plastilina cerca… en casa se dibujaba y se pintaba. Había cuadros y posters en las paredes. El arte siempre ha estado cerca de mi como algo cotidiano, sobre todo por la constante inquietud de mi padre por contar cosas haciendo murales, carteles, garabatos, viñetas. Nunca de forma profesional, porque se dedicaba a otra cosa, pero sí de manera activa. Siendo niño nos trasladamos a Albacete donde nació mi hermano y ahí mis padres tenían amigos que eran pintores, dibujantes, libreros… empezaron a conocer el arte contemporáneo, lo que llegaba de fuera, incluso lo que se realizaba en España a duras penas…  una infancia así te familiariza con la expresión artística.

Te imagino como un niño sensible y ensimismado jugando en la calle y cogiendo materiales como alambres para descubrir sus posibilidades…

Pues mira, en mi infancia de Albacete era un niño “malo”. Me explico: tiraba una piedra al aire y siempre caía en la cabeza de algún amigo (o “enemigo”) o sobre el parabrisas del coche de un vecino; me llamaban el “terror del barrio”. Era muy libre y muy inquieto. Al llegar a Madrid con ocho años me tuve que inventar otro niño, rehacer mi mapa de amigos, del colegio, del nuevo barrio… y entonces sí que desarrollé cierto ensimismamiento. En mi adolescencia dibujaba mucho y esas piedras que lanzaba de niño, ahora me las guardaba en recuerdo de algo que me había ocurrido.

¿En los momentos de creación buscas esa sensación de ausencia del tiempo, de ensimismamiento? 

Por instantes, se podría decir que son brotes que surgen y que no hay que dejar pasar: Lo tengo que hacer en ese momento, así que siempre llevo mi cuaderno y un alicate a mano. El tiempo se para cuando estás concentrado, pero vaya si cuesta entrar en esa parcela interna con la que uno está entretenido. A mí el tiempo se me escapa, de hecho, creo que lo doy por perdido. Soy un gran paseante en general, por la ciudad, por las ideas, me despisto. Es con un alambre en las manos cuando tengo una tarea concreta, como cuando sabes qué hacer inmediatamente para seguir un camino, dejar que la intuición te guíe con la confianza suficiente que da una tarea. Quizá sea ese el refugio, la tarea.

Te apasiona la línea como dibujo, escultura y sombra…  

Han sido mis herramientas de trabajo durante mi formación y mi profesión. Dar contenido a una línea, justificar lo que quiere decir, razonar su sentido, lo que construye, en lo que se convertirá ese primer boceto de un proyecto. Para mí esas tres palabras que has dicho están muy vinculadas a la arquitectura. Primero el dibujo, los planos. Luego la escultura como trabajo espacial, volumétrico, la maqueta, la construcción. Y al final la sombra como el resultado de lo construido, la experiencia vital… estar a la sombra.

Tus esculturas de malla metálica o alambre trasmiten paz, poesía y atemporalidad… ¿Qué es lo que buscas expresar a través de ellas?

Hago gestos, saco instantáneas de un movimiento en el que se detecta un estado de ánimo. Mis manos dan forma a un material y doy vueltas a esas formas para reconocer en ellas algo hacia lo que dirigirme. Desconozco a priori qué es lo que quiero hacer, es casual, libre, va construyéndose sobre la marcha mientras me transmite lo que está diciendo. Como te comentaba antes, hago personas, seres humanos, sus gestos sobre una línea. Son figuras muy abiertas cuya interpretación puede llegar a ser tan libre como directa, eso me interesa. 

Paul Klee decía… “Todas las cosas que un artista debe ser: poeta, explorador de la naturaleza y filósofo…”  

Ay, Paul Klee… Me hubiera gustado mucho ser alumno suyo. Aprecio enormemente su trabajo, pero sobre todo la época en la que vivó y cómo la vivió. Una época revolucionaria  de verdad, de avances sin retorno pero que se vio truncada debido a que para parte de la sociedad y del poder europeo eran cambios demasiado rápidos. Se le denunció por realizar arte degenerado, ¡nada menos!  Me gusta porque andaba en la búsqueda de un lenguaje plástico nuevo, más directo, inocente quizá; nunca estuvo separado de su vertiente más política para conseguir una sociedad emancipada, experimentó con el surrealismo, el expresionismo, la abstracción… Sus estudios sobre el color y su aplicación a la docencia no tienen desperdicio. Cuando leí su frase en la que decía que dibujar es sacar una línea de paseo me quedé maravillado… me gusta mucho pensar que lo que yo hago es sacar de paseo una línea por el espacio, doy un paseo sobre un volumen vacío recorriendo las curvas que da un alambre por el aire.

¿Qué artistas te inspiraron e inspiran? 

Creo que todo lo que uno ve y se cruza por su mirada forma parte de esa inspiración. No suelo centrar mi atención en autores concretos, no sabría hacer una relación de influencias. Pero digamos que Auguste Rodin y Camille Claudel fueron bestiales para dar cabida en la escultura a la expresión libre, desmesurada, desgarradora. Se podría resumir diciendo que en mi trabajo el metal y las manos se guían por la línea que saca de paseo Paul Klee, congelan los dibujos de luz de Pablo Picasso y actúan en el circo de Alexander Calder; su libertad es lo que más aprecio, dan ganas de ponerse a trabajar.

Pareces un hombre de otra época… 

¿Sí? ¿Tan desubicado me ves? No sé, eso me asusta a veces. En un primer momento considero fundamental pertenecer al momento que te rodea, pero también es bueno ser capaz de salirse un poco del espíritu de una época para poder tener más perspectiva, incluso para aportar a tu tiempo algo que por ser extraño hace sentir o entender conceptos con mayor fuerza. 

¿Eres más blanco y negro o color?

Con el tiempo me he dado cuenta de que casi no trabajo con el color, aunque últimamente realizo piezas luminosas que expanden el color y crean ambiente. El neón rojo o azul… pero no, me apoyo mucho en el concepto de figura-fondo, un trazo sobre una superficie, una línea abierta donde la percepción detecta lo que falta y el cerebro completa lo que reconoce.

¿Más línea o volumen?

Para mi trabajo es lo mismo, ¿no? Modelo en el espacio, hago propiamente escultura. Me hizo gracia una vez que leí el titular de una reseña sobre David Oliveira, un artista portugués que me gusta mucho. Este chaval “dibuja” en el aire bocetos de personas con trozos de alambre suspendidos como si estuviera esbozando sobre el papel unas notas rápidas para un dibujo, un retrato, una habitación, objetos, muebles… El texto definía su trabajo como “Esculturas 3D”. Es chocante, ¿no? Me quedé reflexionando sobre esa expresión, me sonó a neolengua, una unión forzada de dos palabras con idéntico significado, como adaptación necesaria para esta nueva era de la experiencia a través de una pantalla, la realidad virtual, lo plano en su sentido más extenso; esculturas en tres dimensiones…. Pero bueno, al final creo que refleja la ambigüedad que existe en su obra entre el dibujo y la escultura, y mi trabajo anda por ese límite también. 

¿Metal, madera o neón…?

Desde que empecé era metal, alambre oxidado, barra de acero. Con el tiempo voy probando otros soportes, como el metacrilato y el neón, que todavía me sorprende; sacar al neón de su mundo plano, del rótulo luminoso, es un camino que da un carácter muy interesante de inmaterialidad a mi trabajo, se trata de color, de crear un ambiente con una forma orgánica que emite luz. 

¿Qué sitio tiene el arte en la sociedad?

El arte lo veo muy necesario, clave para el entendimiento de qué es lo que está ocurriendo y sobre todo para ayudar a contarlo, interpretarlo. Aporta sentido crítico al individuo o al grupo, multiplica el disfrute, la comunicación se enriquece y atraviesa más capas del ser humano. 

¿Cuál es tu relación con las galerías, ferias de arte y/o mecenas?

No suelo tratar con galerías, el mercado que ellas buscan parte de proyectos propios, líneas de trabajo muy cerradas y ahí no encajo demasiado. Hace unos años estuve representado por una en ArtMadrid y el resultado fue bastante bueno, aunque no he tenido continuidad en ese campo y la galería cerró al poco tiempo. Así que hasta ahora trabajo por cuenta propia, presentando mi trabajo para mostrarlo en diferentes espacios expositivos, captar encargos y hacer venta directa hasta donde alcance mi difusión. Poco a poco voy encontrando un espacio en el que poder desarrollarme y parece que tener un “Rayos” tiene cierta demanda. 

¿En qué proyectos trabajas actualmente?

Ahora llevo un tiempo desarrollando proyectos para lugares concretos, algo que se funde con mi profesión de arquitecto. Por ejemplo, mi último trabajo ha sido para un restaurante donde mi propuesta contribuyó a una decoración muy personal del local. Esta forma de trabajar, próxima al trato directo con un cliente, a una necesidad para configurar un espacio, es algo que me resulta más familiar. Por otro lado estoy realizando obra gráfica a partir de mis esculturas y ese campo de la edición se está abriendo camino de forma paralela.

¿Cómo te ves en diez años? 

Creo que estaré loco. No sé de qué forma, pero loco…jajaja. Supongo que cerraré algún círculo más y espero que en ninguna de esas veces en las que me salgo de mí para observar y proponer desde otra época, otro trabajo, no sea capaz de volver. Creo que por entonces ya debería de trabajar con alguien, es lo que más echo de menos. Tener un equipo para convertir los alambres en barras de acero y en vez de hacer piezas pequeñas para un espacio interior, llegar a hacerlas para un espacio al aire libre.

Entrevista: Alexandra Nicod

El taller y algunas obras de José Luis Rayos se pueden ver en missnicod.com